jueves, diciembre 27, 2007

El brillo de la ciudad

En estos grandes centros urbanos, se concentran los núcleos que engendran pobreza, caos y desesperación. ¿En qué grado es que se generan estas antítesis del hombre moderno y del progreso? Mas es necesario para poder obtener un panorama completo el admirar el surgimiento de un sin fin de satisfactores que surgen a la par; la esperanza, el confort, la posesión, el dominio, la opulencia, la glorificación y en definitiva, el mismo placer.

Mas que llegar a un análisis ético del desarrollo social es necesario alcanzar niveles cognitivos ulteriores hasta llegar a la última instancia del orden político, del ámbito humano en su totalidad. Es así como se posibilita comprender, en un plano de convergentes magnitudes, que no es posible edificar estructuras divididas entre el rasgo solitario del ser humano y su psicología social, como lo ha intentado definir por un lado la doctrina comunista y por otro lado la individualidad.

No es entonces la cuestión de comprendernos y valorarnos, la tarea difícil por emprender, sino el tener la voluntad y el ánimo de discernir los significados de nuestras acciones que se postran ante nosotros diariamente en esta escena trágica del caos social, de la urbe poderosa y opulenta, del humano sometido a la materialización de sus emociones y de los satisfactores que se nos ofrecen como productos únicos de salvación; nuestra única salida de nuestro desorden mental que sólo es posible aliviarse mediante el dominio y la posesión.

Siendo así, es necesario el contemplar la corrupción de las percepciones y poder distinguirle. Es necesario, en un supuesto último lugar, hablando en una dialéctica ocasional, observar la naturaleza del consumismo y de la ansiedad del ser humano por la dominación para señalar las infecciones que dentro de nuestro espíritu ocasiona.

Y así, es como puedo admirar la saturación en esta gran urbe, en esta poderosa sociedad. Aquí donde la exuberancia es la semilla de la belleza y la droga de la eterna necesidad. Donde la prostitución es la última esperanza para el caos del excitado predador, nido de facilidades y santuario, último refugio de placer.

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