Entre el marco de horas sin flujo.
Marcado en la piedra, a un lado del río.
Mi nombre se grava, cual sombra perpetua.
Olvido, letargo. Esencia fundida,
en sombra y el fango.
Mirando al espejo, del río nocturno.
Mi rostro, jugando. Las aguas agitan.
Mi voz va muriendo entre blancos destellos.
La luna es testigo. Le abrazo en silencio.
Transcurren mil siglos. Mi rostro,
tallado, y mis signos hundidos.
Perezco en la sombra, que calla,
que olvida. Distancias ahora, consumen.
Afloran. Despierto desnudo en el río de sombras.
Soy pronto, un signo guardado entre luz.
La sombra que nunca respira,
cercana al exilio.
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