Caótico y visionario, reticente e instruido en todos los niveles del mundo, el espíritu humano se engulle a sí mismo dentro de sus fatales conclusiones que le emancipan de su egocentrismo y le entregan a sus pies, un mundo saturado de sus propias exuberancias.
Culminante su conocimiento órfico y su sabiduría tan insolente y detractora, que subestima y trasciende, deforma finalmente su percepción del mundo para derrocar su latría y dejar a un lado la concepción del entorno, la verdad y la inmundicia de sus representaciones tan dominantes y abrumadoras.
Y en el seno del sentido, su existencia se traduce a un puñado de conciencias que se observan pálidas y frías, cual parásitos inmersos en la repugnancia de sus actos que hasta ahora, contemplan verdaderamente en esencia, en fenómeno y en existencia; en conciencia vacia de su propia conciencia.
¿Dónde radica ahora el sentido? ya que la introspección se reduce a una imagen inalcanzable, por naturaleza indisociable.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario