lunes, enero 21, 2008

El vacío mental

Caminando por las calles; sentado en el autobús de ruta mirando a través de la ventanilla; presente en una reunión de trabajo; sentado aquí, en esta silla de plástico frente a la pantalla del ordenador, la cual me embriaga y disimuladamente me hipnotiza. Todos estos instantes, nada más que instantes; a través de ellos emanan las fronteras de mi predilección. Emana mi alma, mis líneas y voz. Derramo a cada instante una palabra. Despliego a cada imagen en mi cerebro un sin fin de significados. En cada gesto que realizo y en cada movimiento corporal, expreso lo que encierra mi mente y lo que invierto en este mundo, el exterior.

¿Cuántas cosas se escapan de mí? En este momento en que sólo observo lo que pienso, lo que juzgo, lo que creo. Siento el cerrar de mis pensamientos, en un cauce tan pequeño cada que juzgo algo frente a mí. Formo mi opinión, establezco mi criterio; algo que en la calma y en la contemplación me es imposible concebirlo.

Veo así que se abre una puerta libre, un camino suelto y alejado de misterios; el silencio libre de prejuicios. Simple vivencia en una simple aprehensión.

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