Cae la noche y junto a tu mirar.
Veo la sombra que nos cubre en esta vieja ciudadela.
Fria y obscura en su interior,
un imperio de inocentes sacrificios de impurezas.
Una noche solitaria,
circundante en nuestras venas.
Fluye cerca del refugio que ignoramos del presente.
Y anidamos en los brazos de una furia pasajera.
Pasajeros de un delirio.
Pasajeros de lo asuente.
Veo las calles marchitar,
y un acorde se presenta en la delicia de tu senda.
Donde el tiempo del concreto es una farsa de avaricia.
Donde existe un signo atroz que bien flagela mis heridas.
E intentando el alcanzar junto a este suelo tu caricia.
E intentando el alcanzarnos muy despacio entre la luz.
Voy viajando hacia lo lejos,
y deprisa a la virtud.
Y ahora existes justo aqui.
Puedo oirte entre el silencio.
Desconozco la ciudad y los destellos de tu pelo.
Pero invoco en el final,
el ritual de tu misterio.
Donde esta nuestro lugar y las cenizas de este anhelo.
Las palabras de la edad que bien confiamos al silencio.
Y el olvido de la muerte que hoy posee nuestros cuerpos.
Luna menguante,
brillante y fugaz.
Visiones, pasiones.
Desorden por mucho normal.
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