Sin estatus alguno o nombre de alguna nación.
Vagabundo entre dos tierras de nadie.
En un límite de fronteras y de calles llenas de hambre.
Había olvidado ya hace tiempo el color de mi sangre.
Había perdido ya en recuerdos las memorias de mi carne.
Y justo el día de hoy comienzan a brotar.
Suicidios espirituales de una hambruna decadente.
Yo soy sólo un pasible espectador.
Al punto demente de la insensibilidad transgresora e irreal.
Y en el espectáculo irreverente,
se quebrantan a mis pies las deviaciones del placer.
Reencarnadas en un entumecimiento infectado,
desbordado y redentor.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario