viernes, febrero 06, 2009

III

Residente de ninguna parte.
Sin estatus alguno o nombre de alguna nación.
Vagabundo entre dos tierras de nadie.
En un límite de fronteras y de calles llenas de hambre.
Había olvidado ya hace tiempo el color de mi sangre.
Había perdido ya en recuerdos las memorias de mi carne.

Y justo el día de hoy comienzan a brotar.
Suicidios espirituales de una hambruna decadente.

Yo soy sólo un pasible espectador.
Al punto demente de la insensibilidad transgresora e irreal.

Y en el espectáculo irreverente,
se quebrantan a mis pies las deviaciones del placer.
Reencarnadas en un entumecimiento infectado,
desbordado y redentor.

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